Cuando nadie lo esperaba, se casaron en Ituzaingó. El misterioso origen del vestido de la novia y la intimidad de una fiesta a pura cumbia y reggaetón. Las sospechas en River por la supuesta lesión del "Ogro" y la gran ausente: Uma, la hija del futbolista.

Por Mauro Fulco
Se plantaron delante de la jueza, que leyó los nombres de los cónyuges y sus fechas de nacimiento.
En ese momento, la cara de Christian Fabbiani se transformó. Miró a su flamante esposa, Victoria
Vannucci, y le espetó: “¿Sos más grande que yo?”, a lo que ella respondió con dulzura: “Hay cosas que no se hablan”. Y sí..., el DNI la delató: 26 años, dos más que su marido. De todas formas, el
episodio fue una anécdota graciosa en el casamiento y los novios dieron el “sí” ante la atenta mirada de los padrinos, Omar Fabbiani (tío del novio) y Florencia Vannucci (hermana de la novia). La otra curiosidad del caluroso mediodía fue que las consuegras no se conocían, y lo hicieron el mismo día de la boda. Luego de la entrega del “Vivan los novios” y de la entrega de la libreta matrimonial, una lluvia de pétalos de rosas y arroz cayó sobre la sala. Afuera era un hervidero.
Minutos antes de las 13.30, la pareja arribó al Registro Civil de Ituzaingó en medio de una maraña de curiosos, no menos de 300 personas que cortaron la calle Mansilla para ver de cerca al jugador
de fútbol y a la modelo, venerados como reyes del Olimpo.
Calle vallada, caos de tránsito y gritos de cholulos que se sacaban fotos con todo aquello que semejara ser famoso. De ahí, y protegidos de los cientos de brazos que pugnaban por tocarlos, el
matrimonio y sus allegados se acercaron al restaurante La Caballeriza, en Parque Leloir. Allí, en un almuerzo íntimo para familiares y amigos, celebraron una fiesta que se extendió hasta las 19. La gran ausente fue Uma, la hija del “Ogro”, que tiene apenas un año y medio de edad y a quien su mamá no le permitió estar.
Vannucci lució un vestido de color marfil y una vincha blanca que le cruzaba la cabeza. Eso sí, el diseño tiene varias versiones. Ella declaró en la puerta del lugar que había sido una creación
propia en conjunto con la productora de modas Bárbara Fonrouge, pero a su hermana Marianela se le había escapado minutos antes que era de Ona Sáez.
Diez minutos después, el mánager de la modelo, Leandro Rud, atribuyó la confección de la prenda a Irene Reina y a Cecilia Cardale. El futbolista, por su parte, vistió un traje negro y camisa, firmado por Etiqueta Negra. Antes de retirarse, a eso de las 18.45, el “Ogro” mandó a buscar una muda de ropa a su camioneta BMW X6. Le trajeron una remera holgada color verde, zapatillas y un jean como para estar más cómodo. Atrás había quedado el asado con ensalada y papas fritas, el helado de postre y la banda de sonido a pura cumbia y reggaetón, que generaron entusiastas movimientos en todos menos en el jugador de River, quien acusó en su club estar desgarrado. En la entidad de Núñez no solo dudan de la lesión del delantero, sino que admitieron que la noticia del casamiento era conocida sólo por el técnico, Néstor “Pipo” Gorosito, quien se enteró apenas 24 horas antes del evento.
Pero la historia no es tan simple. La idea del “Ogro” y Vannucci era mantener el enlace en secreto. Pero la lengua larga de la mediática Amalia Granata, ex pareja de Fabbiani y madre de su hija, pudo más. Fue ella, quien a través de la pantalla de tevé (su hábitat natural en estos tiempos) develó que su ex se casaría al día siguiente, y que no le daría a la hija de ambos para que presencie la boda. Los novios tuvieron que contratar de apuro a tres personas para que se encargaran de la seguridad del evento y para controlar a la gente. Tal vez por eso Fabbiani se mostró lejano a la simpatía que lo caracteriza. Estuvo distante, frío, casi hosco. “Pretendíamos algo más secreto –confesó la novia–, pero se dio así y queremos agradecer a todos”.

POR AMOR. En el restaurante, Mirta, la mamá del “Ogro”, se sentó en la cabecera de la mesa. Los novios en el centro, con los papás de ella enfrente. La reserva se había realizado hace aproximadamente diez días y era para 40 grandes y 8 chicos, que comieron menú infantil, milanesa con papas fritas.
Las malas lenguas aseguran que algunos de los presentes tuvieron que firmar un contrato de confidencialidad para no filtrar datos a la prensa, pero el lugar era tan vidriado que todo podía verse para adentro. A las 16.10, la novia arrojó el ramo entre las solteras, y lo obtuvo Alejandra, amiga del novio y compañía inseparable de Ivana Palloti, la única Electrostar que estuvo en la fiesta. De postre, la modelo chocó su auto en la subida de la Autopista del Oeste, pero podrá encontrar rápido con -suelo en las playas caribeñas, ya que el sábado, las llamadas “Spice argentinas” parten rumbo a Puerto Rico para actuar en el premundial de basquetbol. Después del ramo comenzó a sonar “Otra noche”, el tema de Don Omar que inauguró la pista de baile. Entre los bailarines más entusiastas estuvieron Palloti, las tres hermanas de la novia (Marianela, Maisa y Florencia), la mamá del “Ogro”, su hermana menor, Jésica, y el tío Omar, que demostró buenas aptitudes para el meneo.
Fabbiani –que tomó agua mineral durante el almuerzo– miraba sentado desde la mesa cómo sus invitados bailaban, y apenas se animaría a mover un poco la cadera a las 17.15 cuando –después de unos arrumacos furiosos con su mujer– comenzaba a sonar “El bombón asesino”, el pegadizo tema de Los Palmeras. Pero los movimientos fueron lentos, sin demasiado énfasis, no vaya a ser cosa de alimentar los rumores que desestimaban la veracidad de su dolencia física. En ese momento, descorchó alguna que otra botella de champán y brindó de pie junto a los presentes. Agradeció a todos por acercarse y acompañarlos y deseó felicidad para todos.
La fiesta tenía que terminar a las 18, pero se extendió una hora más a puro tango de Cacho Castaña. Algunos empleados del lugar esperaron hasta el final para acercarle algunas camisetas de River, que el jugador autografió. A las 19, un Fabbiani vestido con ropa deportiva se arrimó hasta la caja a abonar y manteniendo la parquedad que lo caracterizó toda la tarde.
La pareja salió separada. Primero el hombre, quien trepó a su vehículo con velocidad; atrás salió su mujer custodiada por su guardaespaldas personal, que subió al asiento trasero. Ella con una sonrisa enorme, él no tanto. De todos modos, a lo largo de la tarde se repitieron las declaraciones cruzadas de amor. “Quiero que este amor dure toda la vida”, declaró ella; “Quiero pasar mi vida al lado de ella”, aseguró él. Entre tanta miel, una aclaración pertinente brotó de la boca de Vannucci: “no estoy embarazada, nos casamos por amor”.
Una vez terminada la tarde, partieron rumbo al hotel Park Plaza, en Recoleta, donde pasaron la noche de bodas y deslizaron la posibilidad de una ceremonia religiosa para el próximo mes de diciembre, una posibilidad confirmada en el entorno de la pareja.
Fotos: Luciana Granovsky.
En ese momento, la cara de Christian Fabbiani se transformó. Miró a su flamante esposa, Victoria
Vannucci, y le espetó: “¿Sos más grande que yo?”, a lo que ella respondió con dulzura: “Hay cosas que no se hablan”. Y sí..., el DNI la delató: 26 años, dos más que su marido. De todas formas, el
episodio fue una anécdota graciosa en el casamiento y los novios dieron el “sí” ante la atenta mirada de los padrinos, Omar Fabbiani (tío del novio) y Florencia Vannucci (hermana de la novia). La otra curiosidad del caluroso mediodía fue que las consuegras no se conocían, y lo hicieron el mismo día de la boda. Luego de la entrega del “Vivan los novios” y de la entrega de la libreta matrimonial, una lluvia de pétalos de rosas y arroz cayó sobre la sala. Afuera era un hervidero.
Minutos antes de las 13.30, la pareja arribó al Registro Civil de Ituzaingó en medio de una maraña de curiosos, no menos de 300 personas que cortaron la calle Mansilla para ver de cerca al jugador
de fútbol y a la modelo, venerados como reyes del Olimpo.
Calle vallada, caos de tránsito y gritos de cholulos que se sacaban fotos con todo aquello que semejara ser famoso. De ahí, y protegidos de los cientos de brazos que pugnaban por tocarlos, el
matrimonio y sus allegados se acercaron al restaurante La Caballeriza, en Parque Leloir. Allí, en un almuerzo íntimo para familiares y amigos, celebraron una fiesta que se extendió hasta las 19. La gran ausente fue Uma, la hija del “Ogro”, que tiene apenas un año y medio de edad y a quien su mamá no le permitió estar.
Vannucci lució un vestido de color marfil y una vincha blanca que le cruzaba la cabeza. Eso sí, el diseño tiene varias versiones. Ella declaró en la puerta del lugar que había sido una creación
propia en conjunto con la productora de modas Bárbara Fonrouge, pero a su hermana Marianela se le había escapado minutos antes que era de Ona Sáez.
Diez minutos después, el mánager de la modelo, Leandro Rud, atribuyó la confección de la prenda a Irene Reina y a Cecilia Cardale. El futbolista, por su parte, vistió un traje negro y camisa, firmado por Etiqueta Negra. Antes de retirarse, a eso de las 18.45, el “Ogro” mandó a buscar una muda de ropa a su camioneta BMW X6. Le trajeron una remera holgada color verde, zapatillas y un jean como para estar más cómodo. Atrás había quedado el asado con ensalada y papas fritas, el helado de postre y la banda de sonido a pura cumbia y reggaetón, que generaron entusiastas movimientos en todos menos en el jugador de River, quien acusó en su club estar desgarrado. En la entidad de Núñez no solo dudan de la lesión del delantero, sino que admitieron que la noticia del casamiento era conocida sólo por el técnico, Néstor “Pipo” Gorosito, quien se enteró apenas 24 horas antes del evento.
Pero la historia no es tan simple. La idea del “Ogro” y Vannucci era mantener el enlace en secreto. Pero la lengua larga de la mediática Amalia Granata, ex pareja de Fabbiani y madre de su hija, pudo más. Fue ella, quien a través de la pantalla de tevé (su hábitat natural en estos tiempos) develó que su ex se casaría al día siguiente, y que no le daría a la hija de ambos para que presencie la boda. Los novios tuvieron que contratar de apuro a tres personas para que se encargaran de la seguridad del evento y para controlar a la gente. Tal vez por eso Fabbiani se mostró lejano a la simpatía que lo caracteriza. Estuvo distante, frío, casi hosco. “Pretendíamos algo más secreto –confesó la novia–, pero se dio así y queremos agradecer a todos”.

POR AMOR. En el restaurante, Mirta, la mamá del “Ogro”, se sentó en la cabecera de la mesa. Los novios en el centro, con los papás de ella enfrente. La reserva se había realizado hace aproximadamente diez días y era para 40 grandes y 8 chicos, que comieron menú infantil, milanesa con papas fritas.
Las malas lenguas aseguran que algunos de los presentes tuvieron que firmar un contrato de confidencialidad para no filtrar datos a la prensa, pero el lugar era tan vidriado que todo podía verse para adentro. A las 16.10, la novia arrojó el ramo entre las solteras, y lo obtuvo Alejandra, amiga del novio y compañía inseparable de Ivana Palloti, la única Electrostar que estuvo en la fiesta. De postre, la modelo chocó su auto en la subida de la Autopista del Oeste, pero podrá encontrar rápido con -suelo en las playas caribeñas, ya que el sábado, las llamadas “Spice argentinas” parten rumbo a Puerto Rico para actuar en el premundial de basquetbol. Después del ramo comenzó a sonar “Otra noche”, el tema de Don Omar que inauguró la pista de baile. Entre los bailarines más entusiastas estuvieron Palloti, las tres hermanas de la novia (Marianela, Maisa y Florencia), la mamá del “Ogro”, su hermana menor, Jésica, y el tío Omar, que demostró buenas aptitudes para el meneo.
Fabbiani –que tomó agua mineral durante el almuerzo– miraba sentado desde la mesa cómo sus invitados bailaban, y apenas se animaría a mover un poco la cadera a las 17.15 cuando –después de unos arrumacos furiosos con su mujer– comenzaba a sonar “El bombón asesino”, el pegadizo tema de Los Palmeras. Pero los movimientos fueron lentos, sin demasiado énfasis, no vaya a ser cosa de alimentar los rumores que desestimaban la veracidad de su dolencia física. En ese momento, descorchó alguna que otra botella de champán y brindó de pie junto a los presentes. Agradeció a todos por acercarse y acompañarlos y deseó felicidad para todos.
La fiesta tenía que terminar a las 18, pero se extendió una hora más a puro tango de Cacho Castaña. Algunos empleados del lugar esperaron hasta el final para acercarle algunas camisetas de River, que el jugador autografió. A las 19, un Fabbiani vestido con ropa deportiva se arrimó hasta la caja a abonar y manteniendo la parquedad que lo caracterizó toda la tarde.
La pareja salió separada. Primero el hombre, quien trepó a su vehículo con velocidad; atrás salió su mujer custodiada por su guardaespaldas personal, que subió al asiento trasero. Ella con una sonrisa enorme, él no tanto. De todos modos, a lo largo de la tarde se repitieron las declaraciones cruzadas de amor. “Quiero que este amor dure toda la vida”, declaró ella; “Quiero pasar mi vida al lado de ella”, aseguró él. Entre tanta miel, una aclaración pertinente brotó de la boca de Vannucci: “no estoy embarazada, nos casamos por amor”.
Una vez terminada la tarde, partieron rumbo al hotel Park Plaza, en Recoleta, donde pasaron la noche de bodas y deslizaron la posibilidad de una ceremonia religiosa para el próximo mes de diciembre, una posibilidad confirmada en el entorno de la pareja.
Fotos: Luciana Granovsky.
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